- Este 17 de marzo es el Día de la Astronomía y quisimos celebrarlo con esta interesante columna de opinión escrita por Chris Smith, director del Observatorio AURA en Chile, para nuestra revista Red en Acción. Para quienes deseeen leer el texto en inglés, pueden hacerlo ingresando acá.
Hoy en día, el término “Big Data” se escucha en todas partes. ¡Y con razón! Como sociedad mundial, estamos avanzando rápidamente en una era en la que los datos son una parte omnipresente y fundamental de nuestras vidas.
Como suele suceder, la ciencia está liderando la producción y análisis de grandes cantidades de información, y la astronomía está a la vanguardia de esta tendencia, produciendo terabytes de imágenes de los cielos, con miles de millones de objetos en el universo, para medir y entender. Chile alberga actualmente casi la mitad de todas las instalaciones del mundo para la recolección de datos astronómicos, y en su conjunto, estos observatorios recogen varios terabytes cada noche, los cuales deben ser transmitidos, procesados y analizados, con el fin de mejorar nuestra comprensión del universo en que vivimos.
Alrededor del año 2020, los observatorios gestionarán regularmente petabytes de información, en un desafío que requerirá de redes excepcionalmente confiables, para su transporte hacia los Data Center, además de algoritmos mucho más potentes, para su procesamiento y análisis automatizado. Cuando hablamos de analizar petabytes de datos, y de millones, si no miles de millones de objetos, ya no podemos confiar en los seres humanos para controlar la calidad de los resultados. Tendremos que confiar en los sistemas informáticos avanzados, usando el aprendizaje automático para extraer la información que estamos buscando, pero al mismo tiempo, conservando la capacidad de encontrar algo que no necesariamente pretendíamos encontrar (¡el elemento para descubrimientos sorprendentes!).
Estas cantidades masivas de datos representan para Chile no sólo un reto científico, sino también la oportunidad de utilizar esta experiencia, para entender y aprender cómo podemos gestionar estos grandes volúmenes en otros campos. Podemos probar nuevos algoritmos primero en astronomía, y luego aplicarlos en medicina, en geología, y sí, incluso en aplicaciones comerciales. Los desafíos astronómicos pueden ser usados para motivar la próxima generación de ingenieros de software y “científicos de datos”. Mientras que estos jóvenes pueden ser atraídos a sus carreras por las maravillas del universo, después de trabajar en estos grandes retos, estarán preparados para ayudarnos aquí en la Tierra, en la gestión de las cantidades masivas de datos que pronto estarán a nuestro alrededor.
Chile está en el epicentro de este desafío. Con buena planificación e inversiones, los chilenos pueden ser líderes en el desarrollo de la infraestructura (redes, Data Centers), las herramientas y las técnicas para gestionar no sólo datos astronómicos, sino también otros de todo tipo. La oportunidad está aquí, transfiriendo gigabits por segundo, a través de las fibras que unen los observatorios internacionales y las instituciones educativas en Chile a las redes e instituciones de todo el mundo. Sólo tenemos que encontrar las personas adecuadas, para aprovechar ese flujo de datos y ver hacia dónde nos llevarán.